Antes de llegar a Baní nos encontramos con Paya una comunidad que ha sobresalido por sus apetitosos dulces.
Desde unos dos kilómetros antes este Distrito Municipal desaparecen las vallas colocadas en el centro de la vía, los cuales se extienden desde Santo Domingo, primero en la 6 de Noviembre y posteriormente en la carretera Sánchez viéndose los residentes en esta comunidad precisados a atravesar cuatro carriles con vehículos rodando a gran velocidad.
Después de décadas de espera en esa comunidad se construyó un puente peatonal que ha contribuido a la tranquilidad de los payeros y payeras pero por la dimensión de la vía el mismo no basta, haciéndose necesario otro puente con las mismas características antes del extremo oeste de dicha demarcación.
Un poco más adelante se encuentra la comunidad de Escondido la cual de un extremo a otro supera por mucho a Paya en longitud. Aquí se encuentra instalado el Centro Cultural Perelló, el cual es un pulmón indiscutible para la cultura de toda la provincia Peravia.
Todo el trayecto de Escondido carece de puentes peatonales, reductores de velocidad o cualquier otra alternativa que ayude a cruzar la vía a sus residentes. Habían unos reductores frente al CCP que ya son historia.
La cantidad de accidentes que ocurren en estas comunidades, sobretodo con motoristas, es increíble. Los caminantes atropellados desde hace mucho tiempo son incontables. Unos han fallecido mientras otros han resultado con lesiones de diferentes magnitudes.
La indiferencia de las autoridades sobre todo en la comunidad de Escondido ha sido increíble pues no han aportado ninguna solución posible a lo que allí acontece.
Los vehículos transitan a altas velocidades y realizan rebases temerarios. Aquí no se puede aplicar la frase “ante la mirada indiferente de las autoridades” pues ninguna autoridad dice presente en este tramo donde no se observa siquiera un agente de la digesett.
No hay en todo el sur una zona de tanta peligrosidad como en el recorrido frente a estos dos poblados separados por un corto trecho y ubicados a escasa distancia de Baní.
Esta situación se extiende prácticamente hasta llegar a la comandancia policial en la entrada misma de la ciudad.
Sus residentes están cansados de reclamar la búsqueda de soluciones pero han encontrado oídos sordos y ni siquiera promesas han recibido.
Mientras en una y otra siguen contando sus muertos y heridos, viven con el temor constante de atravesar la vía y con la impotencia por el nulo accionar de los gobiernos que se han sucedido tanto a nivel local como en lo nacional.
La situación es fácil de percibir pero parece que los encargados de hacerlo también cruzan las mismas a exceso de velocidad sin poder percatarse del mal que agobia a sus residentes o simplemente ignorándolo.
Las noticias se suceden una y otra vez: accidente en Paya o Escondido; la presencia de ambulancias es recurrente, los viajeros observan el dolor que se expande cada día, los reclamos crecen y la inercia sigue igual.
Es tiempo ya de que se tomen medidas para reducir este tormento de los residentes de Paya y Escondido, de los transeúntes y de los conductores mismos que utilizan esta vía de la muerte casi en el corazón mismo de Baní.
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