“¿Conocen la historia de la chica francesa en México? Es un caso mexicano muy conocido sobre el que se escribio un libro”. Eran las últimas semanas del invierno de 2017 y el jurista, académico y exprocurador de la Nación Esteban Righi mantenía entrevistas semanales con vistas a un libro de memorias. Un libro que permanece inédito porque Righi fallecería tiempo después, antes de completar la edición de aquellas charlas. Pero en ese invierno, acodado sobre su escritorio, volvía a aquel proceso que lo había interesado y sobre el que había escrito un ensayo titulado Repercusión mediática y defensa consular de extranjeros en los casos criminales. El caso Cassez: Francia vs México? Era el primero de muchos que contarían esa historia.
El caso no puede narrarse de manera simple. No hay fórmulas periodísticas que permitan sintetizar la maraña de violaciones a los derechos más elementales de cualquier ciudadano que viva amparado por un sistema democrático.
Aquí, un hombre mexicano llamado Israel Vallarta y una francesa llamada Florence Cassez fueron secuestrados por agentes de la Agencia Federal de Investigación (AFI) el 8 de diciembre de 2005, fueron mantenidos encerrados durante 24 horas y torturados, luego trasladados a una quinta y, delante de las cámaras de dos noticieros que transmitían en vivo, se simuló su arresto acusándolos de secuestrar a una mujer, un hombre y un niño.
Pero esto no es todo. Desde la cárcel, dos meses después de ese operativo, Florence Cassez llamó por teléfono mientras era entrevistado en el estudio de un canal el mismísimo director de la Agencia Federal de Investigación, Genaro García Luna.
Luego de que el todopoderoso funcionario se luciera elogiando el profesionalismo de las fuerzas bajo su mando en la lucha contra la asfixiante ola de secuestros extorsivos que castigaba a todo el país, la francesa irrumpió para denunciar que el operativo era un montaje, una actuación. García Luna escuchó la denuncia y atravesado por la incomodidad, terminó por admitir que era –dijo– "una reconstrucción solicitada por los medios de comunicación, pero esto no se tendrá en cuenta durante el juicio".
Hubo más. La condena en dos instancias, primero a más de 90 años de prisión y luego en una revisión, a 60, sembró un conflicto diplomático entre México y Francia, encabezados por Felipe Calderón y Nicolas Sarkozy.
Si en un primer momento, ambos mandatarios habían acordado la aplicación de la Convención de Estrasburgo, que permitiría a Cassez cumplir su pena de prisión en Francia, el pacto se malogró finalmente y, con él, un andamiaje de vínculos y actividades binacionales.
Así, en Europa, Sarkozy había tomado como una causa personal la liberación de su conciudadana, apresada injustamente en México; y en América, Calderón había hecho propia la defensa de las leyes mexicanas y su paridad para cualquiera que delinquiera fuera blanquito y francés o morocho y azteca.
Solo cuando ambos mandatarios completaron sus gobiernos, la Justicia mexicana revisó el caso y la Corte Suprema de ese país dictaminó que la detención de la francesa había sido ilegal y con ello había viciado todo el proceso.
El 23 de enero de 2013, el máximo tribunal mexicano le otorgó un amparo y dictó su liberación. Del penal, Cassez viajó en auto directamente al aeropuerto para regresar a su casa. Días después, el exprocurador Righi encontraba todavía las esquirlas del escándalo en la prensa mexicana, en uno de sus viajes para visitar familiares y amigos que el exilio en aquel país le habían dejado.
La historia de la chica francesa
“¿Conocen la historia de la chica francesa en México? –invitaba Righi delante del grabador, con esa sonrisa plena de quien se sabe un narrador nato–. Unos decían que había que anular todo y otros decían que alcanzaba con eliminar la prueba viciada y dictar una nueva sentencia. Mientras tanto, la muchacha se va al aeropuerto, se toma un avión y se va a París".
Y agregaba: "Por su parte, Israel Vallarta, que era su novio y también estaba detenido por los mismos delitos, queda preso. México es un país surrealista. Los dos están juzgados por el mismo delito pero en procesos distintos. Todavía hoy, Israel Vallarta sigue preso y Cassez ya se casó, tiene hijos, vive en Francia y nunca más volverá a México”.
Con igual claridad pero otros recursos, el escritor mexicano Jorge Volpi narróaños después de Righi el caso y ganó con su libro Una novela criminal el Premio Alfaguara de Novela en 2018. “Lector, estás por adentrarte en una novela documental o novela sin ficción”, advierte el autor en las primeras líneas de su texto.
Sobre esta “novela sin ficción” es que se basa ahora la serie de Netflix de cinco episodios El caso Cassez-Vallarta: Una novela criminal, con produccion de Pablo Cruz y guión de Alejandro Gerber, quienes junto con Volpi revisan los hechos, se detienen en el paquidérmico expediente y entrevistan a Cassez, a los expresidentes Calderón y Sarkozy, a las familias de las víctimas de secuestro que denunciaron a la pareja, a los abogados implicados en las distintas instancias judiciales y a un puñado de periodistas que siguieron seriamente el caso.
El resultado es desolador.
Desde el inicio, lo único claro es que la verdad se evaporó. Y cuando la verdad se evapora, el sedimento que permanece es la injusticia y la completa indefensión.
Lo sienten las víctimas de los secuestros y lo siente Israel Vallarta, luego de 17 años preso sin condena en primera instancia. Lo siente Cassez, siete años detenida, condenada en dos ocasiones a partir de pruebas falsas: una falsa detención, falsos reconocimientos y falsas denuncias posteriores.
Para que el estado de derecho fuera tan débil, hubo funcionarios corruptos, prejuicios y mentiras alimentadas por deficientes medios de comunicación y personalismos que nunca cuidaron el funcionamiento de las instituciones.
“Si pensamos que en México menos del 1 por ciento de los delitos se resuelve, eso significa que en el 99 por ciento de los casos no sabemos lo que en verdad pasó. El caso Cassez-Vallarta es la prueba perfecta de que en México nos falta la verdad”, dice en el quinto episodio el escritor Volpi.
Por lo pronto, los funcionarios responsables por aquella detención teatralizada están encarcelados. Genaro García Luna, titular de la Secretaría de Seguridad Pública durante el gobierno de Calderón, fue detenido en Estados Unidos en 2019 acusado por conspiración, aceptar sobornos del Cártel de Sinaloa y realizar declaraciones falsas. Luis Cárdenas Palomino, su más cercano colaborador y quien comandó el montaje el 9 de diciembre de 2005, fue apresado el año pasado por el delito de tortura a cuatro personas en 2012.
“De momento, los únicos criminales en este caso son las autoridades”, ratifica la periodista belga radicada en México Emmanuelle Steels, autora de la investigación El teatro del engaño, sobre este caso. Una historia que no solo aplica al país azteca: en todo sistema donde la inconducta perfora la malla protectora de la ley y los derechos, cualquiera queda a merced de una historia de novela. De novela criminal.
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